Fama y fortuna
Decía Joan Brossa meses antes de su muerte que lo único que habla echado en falta en su vida había sido el poder viajar y el poder ir a buenos restaurantes. Al margen de estar totalmente de acuerdo con él, ya que además del cine, los libros y la música -que él sí disfrutó-, lo propuesto por Brossa me parece lo esencial – entre lo que cuesta dinero- para vivir la vida (1), me sorprendió su afirmación. Consideraba a Brossa uno de los pocos artistas que valía la pena en España (o sea: uno de sus pocos Artistas) y siendo para mí tan importante tenía la impresión de que sería conocidísimo (no se engañen; siguen sin conocerlo ni los gatos). Hace dos o tres años consulté en una librería el libro del I.S.B.N. del corriente para ver qué es lo que existía publicado de sus poemas visuales. Solo encontré una referencia (al margen de su poesía literaria y su teatro): un librito de Ediciones 62 que ya me había comprado cuando tenía quince o dieciseis anos (¡ y tengo cuarenta !). Esta injusticia la corrigió la reciente publicación de su catálogo Joan Brossa, Poemes Visuals por parte del IVAM, que recoge tanto los poemas publicados en libro (aquel librito) y revistas, como los editados en forma de obra gráfica.
O sea, que Joan Brossa era un muerto de hambre.
Porque los artistas, o son unos muertos de hambre o están forrados. No hay término medio
Decía también Miquel Barceló poco después de dar el pelotazo (pelotazo en el buen sentido, no en el de Villalonga el de la Telefónica) que se había visto sobrepasado por los acontecimientos ya que lo único que él pretendía era vivir de la pintura. En la presentación de un libro de Eduardo Mendoza ilustrado por Carlos Pazos en el IVAM, y en su tertulia subsiguiente, Pablo Coronado mantenía lo mismo. Bastante gente se escandalizó cuando yo dije (incluyéndome ) que lo que los artistas querían era ser ricos y famosos. La mayoría de -mejor dicho- aspirantes a artistas lo que pretenden es eso: Fama y Fortuna. Cada uno guarda distintos motivos para ello. En mi caso el motivo es que no hay alternativa: o Fama y Fortuna, o la lampancia. Por supuesto estamos hablando de artistas que elaboran arte del llamado contemporáneo, los que pintan barracas de La Albufera a tanto la hora o los que esculpen lápidas no cuentan.
Como no cuenta tampoco el artista que es profesor al mismo tiempo, o el que hace retratos para sostener su trabajo más comprometido, o los muchos que se dedican a diseño gráfico, o ilustración, cartelismo, etc. Esos no cuentan. Aquellos que sólo se dedican al cultivo del arte, o están forrados o son unos muertos de hambre. Ocurre también que una cosa es el triunfo personal y otra el triunfo social. Hay artistas que triunfan personalmente hallando el arte, mucho antes que socialmente. Hay otros que triunfan socialmente antes de que llegue el triunfo personal, Incluso a algunos, a veces, este último no les llega nunca.
Lo lamentable es que (salvo que seas el psicópata de Entrevias ) Fama y Fortuna siempre van juntas. Si ustedes pudieran elegir una de las dos…¿con cual se quedarían?. Yo, con Fortuna ( Fortuna audaces juvet). A mi la Fama me parece una pesadez. Desde luego gracias a ella puedes conocer a personas interesantes, pero la mayoría a los que vas a conocer son unos ” pesaos” que sólo van a darte la tabarra (2).
Yo como ven, prefiero la Fortuna. Puede parecerles una vulgaridad (sobre todo si ya la poseen), pero como decía Mc Macarra: “La pasta masho, es ques una cossa primorosa”. Sin embargo la Fama va asociada por ejemplo a la vanidad, que me parece uno de los sentimientos más inferiores que pueda tener el ser humano.
En cambio, la Fortuna parece ser un buen objetivo para estimular el talento y el trabajo. No se si conocerán una leyenda que procede de la tradición alquímica.
En ella, un joven aspirante a alquimista, deseaba llegar a serlo vivamente y todos sus afanes y trabajos se dedicaban a ello con el objetivo de llegar a fabricar oro y asi, enriquecerse. Era tal su atención, cuidados y dedicación que no acabó siendo uno de los que los verdaderos alquimistas llamaban despectivamente “puffeurs”, sino que después de múltiples fracasos y dificultades llegó a convertirse en alquimista al conseguir sintetizar la Piedra Filosofal con la cual transmutar los metales. Ocurrió que llegado a este punto el joven se había transformado y apenas le importaba el oro, ya que había encontrado en su proceso de transformación otras cosas que le importaban más.
( 1) Aunque si no tienes esas dos cosas tampoco pasa nada (como demuestra el caso de Brossa), de todos modos, ruego a las potestades pertinentes -toco madera- que a Mavi y a mí nunca nos falten. Y el que no viaje que sea porque no le dá la gana, como Bowles.
( 2 ) Además, parece que a partir de ahora solo vamos a tocar por cabeza a 15 minutos de Fama, según predicción de Andrew I, Pope of Pop: En el futuro todo el mundo tendrá quince minutos de fama, y el futuro es ya. Con lo cual la fama no vale la pena
Joan Verdú